Fue la noche perseguida,
por unos ojos sin disfraz,
eran los tuyos que querian,
que los mios fuesen detrás.
Con mi sonrisa preferida
y la voz echando a temblar,
te pregunté si estabas fría
y mi corazón se empezó a quemar.
Mis manos no dejaron de moverse,
los cuerpos no se querían separar,
deseaba que el tiempo se detuviese
o un agujero por donde contigo escapar.
Entre enredadas sábanas
y sueños que no me paran de desvelar,
me pregunto si tendre esta misma fuerza mañana,
para pedirte una oportunidad.