Por el redoble de bostezo
diría que tengo el cuerpo muerto
y está cansado de huir desnudo
de los abrazos que lo quieren preso.
Los oídos supuran lágrimas de cera
de tantas voces heladas que dicen no
la mirada enrojecida por ojos que apartan la vista
y ya no sabe donde quedarse retenida
ni encontrar un espejo
que no tenga el reflejo de su dolor.
Se irá el invierno, el viento y la lluvia
pero mi vida seguirá siendo inerte y fría
aunque la angustia se vaya con la noche
el día me de volverá el alma vacía.
